Delante de cualquier decisión actuamos siempre regidos por
una motivación. Si voy a ver a un amigo, es porque hay algo que me incita o que
me dice: “debes visitarlo”. Si voy al médico es porque me encuentro mal y mi
razón me dice: “debes ir al médico”. Si voy a un funeral y decido abrazar al
hijo del fallecido es porque una “emoción” me incita a hacerlo. La motivación
podría definirse como una especie de energia que nos empuja a realizar un
cierto acto.
¿Pero qué pasa con la motivación moral?¿Por qué ser altruista
o solidario? ¿Por qué dejar de pensar tanto en mí para pensar un poquitín en el
otro? En los tiempos que corren, no resulta nada fácil motivar para la “acción
moral” porque para esto, entre otras cosas, deberíamos antes “estar motivados”.
Si la sociedad no acompaña, no estaremos motivados y difícilmente podremos
transmitir esa energía motivadora para con los demás. Si queremos que los
mensajes morales hagan mella en nuestros jóvenes es necesario que exista un
compromiso político.
¿Puede el profesor estar motivado cuando le quitan sueldo, le
amplian horas y ratio de alumnos? ¿Pueden los médicos sentirse contentos cuando
se les estimula (con nuevas leyes) a escatimar en medicamentos? ¿Acaso los
albañiles pueden sentirse contentos sin casas que construir? ¿Y los agricultores
a los que se les quedan la naranjas colgando del árbol? ¿Y los jóvenes
formados, que tienen que emigrar porque el país natal no les ofrece trabajo,
pueden sentirse motivados? ¿Los que creen en el concepto clásico de “política”
(el bien del pueblo) pueden sentirse motivados? El paro es un motivo grande de
desmotivación, pero no el único. Además, la televisión se ocupa de que día tras
día seamos conscientes de quienes son y como se lo llevan. Curiosamente, llega
un momento en el que nos acostumbramos y convertimos en normal lo que
simplemente es habitual. ¡Ay si Sócrates levantara cabeza! Sócrates lo tenía
muy claro, aquellos que deseaban tanto ser políticos, ojito con ellos porque
normalmente no eran dignos de este “gran oficio”. En La República, Platón explica la función del filósofo gobernante que
en primer lugar conocerá la idea de Bien pero que posteriormente aplicará sus
conocimientos rescatando a los prisioneros cavernícolas. Nada de esto, en este
país, la política tiene de política lo mismo que Urdangarín de honrado. Y la democracia
tiene de democracia lo que Bárcenas de inocente.
Muchos son los maestros y profesores que se pasan el día
enseñando no sólo contenidos sino también valores. Pero ya lo decía Maslow,
primero están las necesidades básicas como la seguridad, la necesidad de
alimentación y la salud. En la cumbre estaría la autorealización y por lo tanto
la motivación moral. Ahora bien, si el Estado confia los valores al colegio sin
comprometerse en su obligación, continuaremos perdiendo el tiempo. Después nos
quejamos acerca del sistema educativo que tienen en Finlandia, el secreto no
está en el colegio sino en la protección de todas las necesidades básicas.
Mientras tanto, nadaremos en la desmotivación.
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